viernes, 9 de mayo de 2014

Un sueño

   Dos sombras se deslizaban en la noche de Ujjain. El rey Vikram y su visir y amigo, Butti, transitaban a veces por la ciudad con distintos disfraces. Así esperaban olfatear de cerca las alegrías y las penas del pueblo. Aquella noche, Butti hacía el papel de mercader, y el rey, el de su servidor.Salieron de la ciudad antes de que cerraran las puertas y caminaron hacia el oeste. Mientras cruzaban un barrio miserable, oyeron una música.
_¿Oyes?-dijo el rey-.¿Quién puede hacer fiesta a esta hora tardía y en un lugar como éste? Sigueme, deseo averiguarlo.
Llegaron junto a una cabaña de adobe en ruinas. Sus numerosas grietas dejaban pasar cantos y el sonido de una pandereta.
A juzgar pro su morada, quienes aquí habitan deben de vivir en una terrible pobreza. Incluso en este miserable barrio, no hay otra casa tan deteriorada. ¿Cómo consiguen cantar y bailar de esta manera?
Vikram se inclinó para mirar en su interior, y lo que vio le dejó estupefacto:
_Butti, ¿sabes qué veo? Un anciano que llora, una monja o una viuda, es decir, una mujer rapada que baila, y un joven con la mirada triste que canta y toca la pandereta. ¿Qué ocurre? ¿ Puedes explicármelo?
Desde luego que no, majestad. Lo ignoro.
Entremos, Butti, deseo comprender: vamos a plantearles a ellos mi pregunta.
Me parece, majestad, que esta gente trata de encontrar un poco de alegría y que sería poco delicado preguntarles.
Sin escuchar más que a su propia impresión, el rey Vikram se dirigió a la puerta de la casa en ruinas. Butti le siguió con presteza.
Majestad, permitidme que llame yo; se supone que yo soy el mercader y vos mi servidor. Dejadme plantear las preguntas a mi manera: voy a intentar suscitar sus confidencias sin ofenderles.
El joven vino a abrir la puerta y se quedó mirándoles con atención.
Buenas noches, ¿quiénes sois? ¿Qué deseáis?
Somos viajeros y nos dirigimos a Ujjain. Buscamos una posada donde dormiremos esta noche. Al pasar por delante de vuestra puerta, hemos oído la música. Nos hemos dicho: No están acostados.
Entonces hemos llamado para preguntar por dónde tenemos que ir.
Las puertas de Ujjain están cerradas a estas horas. Este barrio es muy pobre, no encontraréis en él ninguna posada.
¡Oh! ¿De veras? ¡Qué fastidio! ¿Aceptaríais recibirnos por esta noche? Partiremos al alba. Nos contentaríamos con un rincón oscuro, no queremos molestaros.
Esta casa está de duelo. Disculpad, no puedo invitaros.
¿De duelo, dices? ¿ero ¡si estabais cantando y bailando!-exclamó Viran.
Esto es asunto nuestro. ¿Por qué te entrometes?
Disculpa a mi servidor- intervino Butti-, es un hombre simple que se asombra con facilidad. No obstante, si estáis de luto, permitid que nos sumemos a vuestro velatorio.
No os conozco. ¿Qué motivación os lleva a hacer tal cosa?
Es la costumbre de nuestro país. Cuando la gente está alegre y todo va bien, pueden hacer lo que les plazca, nadie se entromete. Pero si llega un duelo, vamos a velar con quienes sufren para compartir su pena e intentar aliviar su corazón. Para vosotros no somos más que unos viajeros, pero somos hombres y nos sentiríamos honrados si nos aceptarais en estas condiciones.
Si ´sa es vuestra voluntad, pasad-contestó el joven-Gracias por desear compartir la tristeza que nos abruma. Temo que, por desgracia, nadie pueda aliviarla, pero nos conmueve vuestra intención.
Finalmente pudieron entrar en la casa en ruinas. El anciano los saludó. Con un trozo de sari, la joven se cubrió la cabeza rapada, y también parte de la cara.
Disculpa mi indiscreción-dijo Butti fingiendo apuro-, pero para que no cometamos torpezas, ten la amabilidad de decirnos en pocas palabras cuál es vuestro duelo.
Mi padre aquí presente es un pobre hombre. Se quedó viudo muy pronto y ha trabajado duro para educarme. Un día soñó que yo sería un hombre instruido y que trabajaría como escriba en la corte del rey. Ha arruinado su salud para pagar mis estudios en una gran escuela. He vuelto instruido, desde luego, pero no como escriba en la corte.
¿Has concursado para serlo?
No hay ningún puesto vacante en palacio desde hace mucho tiempo. No he podido, por tanto, concursar.
Vikram y Butti meneaban la cabeza a la vez. Vikram, perplejo, preguntó de nuevo:
Pero ¿acaso es ése el duelo particular que hacéis esta noche?
No, mi padre soñó la noche pasada que un príncipe iba a venir esta tarde y que nuestra miseria iba a terminar. por desgracia, es más de medianoche, y no ha venido ningún príncipe. Mi padre está desesperado. Le había pedido a mi esposa que comprara una copa de plata para que el príncipe pudiera beber en un recipiente digno de él. Puesto que nuestra bolsa estaba vacía, ella vendió su cabello para pagar esa preciada compra. Esta noche parece una viuda, tenemos una copa inútil y mi padre está desconsolado. Para intentar consolarle, cantamos y bailamos para él.
Ella no recuperará sus trenzas mañana-dijo el rey-, pero tal vez tú seas el vencedor del concurso que tendrá lugar mañana en Ujjain para un puesto de escriba.
¿Hay un concurso en Ujjain?
Sí, por supuesto-dijo Butti-, es precisamente por esta razón por la que nos dirigimos allí: yo también voy a concursar.
¿Cómo es posible que unos extranjeros tengan conocimiento de ese concurso mientras que nosotros, que vivimos tan cerca de la ciudad, no sabemos nada?
A partir de ahora quedas informado. ¡Prueba, pues, suerte mañana!
Sí, gracias, gracias!
Permanecieron juntos unas horas, cantando; luego Butti, al ver el día por las grietas de la vivienda, se levantó y saludó a sus anfitriones.
Os agradecemos vuestra acogida. Que Dios os proteja y os traiga la prosperidad. Nosotros tenemos que reanudar ya nuestro camino.
Dejaron una bolsa a los pies del anciano. Al volver sin demora al palacio, mandaron hacer público el concurso para un empleo de escriba en palacio. Todos los eruditos de la ciudad acudieron al gran vestíbulo. el joven también estaba allí, vestido modestamente entre las sendas y los bordados, muy incómodo en medio de aquellos hombres llenos de soberbia. El tema de la prueba se enunció como sigue: ^¿ Por qué un anciano llora, una monja rapada baila y un joven canta tocando la pandereta?^
Claro está, sólo el joven de la noche anterior consiguió contar una historia sensata. Y la redactó tan bien que se le designó por unanimidad vencedor del concurso. Cuando volvió a su casa a llevar la noticia, ofreció té a su padre en la copa, riendo. Le contó, pensativo, el enunciado del concurso y su primera entrevista con el rey Vikram.
Me ha felicitado, me ha dicho que estaba feliz de recibirme entre los escribas. Me ha dicho también que le gustaba tener a su alrededor a hombre capaces de cantar en la adversidad. Y ha pronunciado estas palabras conmovedoras: Es en lo más oscuro de las noches donde germinan las auroras.

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