viernes, 9 de mayo de 2014

El desapego

   había una vez un derviche que era muy sabio y que vagaba de pueblo en pueblo pidiendo limosna y repartiendo conocimientos en las plazas y los mercados del reino.
Un día, mientras mendigaba en el mercado de Ukbar se le acerca un hombre y le dice:
Anoche estuve con un mago muy poderoso, y él me dijo que venga hoy aquí, a esta plaza. Me aseguró que me iba a encontrar con un hombre pidiendo limosna y que ese mendigo, a pesar de su aspecto miserable, me iba a dar un tesoro que iba a cambiar mi vida para siempre. Así que cuando te vi me di cuenta de que tú eras el hombre; nadie tiene peor aspecto que tú... Dame mi tesoro.
El derviche lo mira en silencio y mete la mano en una bolsa de cuero raído que trae colgando del hombro.
Debe de ser esto-le dice. Y le acerca un diamante enorme.
El otro se asombra.
Pero esta piedra debe de tener un valor increíble.
¿Sí? Puede ser, la encontré en el bosque.
Bien. Ésta es. ¿Cuánto te tengo que dar por ella?
No tienes por qué darme algo por ella. ¿Te sirve para algo? a mí no me sirve para nada, no la necesito, llevatela.
Pero ¿me la vas a dar así...a cambio de nada?
Sí...sí. ¿No es lo que tu mago dijo?
¡Ah! Claro. Esto es lo que el mago me dijo..., gracias.
Muy confundido, el hombre agarra la piedra y se va.
Pero media hora mas tarde vuelve. Busca al derviche en la plaza hasta que lo encuentra y le dice:
Toma tu piedra...
¿Qué pasa?-pregunta el derviche.
Toma la piedra y dame el tesoro-dice el hombre.
No tengo nada más que darte-dice el derviche.
Sí tienes...Quiero que me des la manera de poder deshacerte de esto sin que te moleste.
Dicen que el hombre permaneció al lado del derviche durante años hasta que aprendió el desapego.

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