martes, 13 de mayo de 2014

El anciano y los dos jóvenes

   Un hombre joven, cargando una pesada maleta, llega minando hasta el portal de entrada de un pueblo. Allí, sentado en una roca, hay un anciano fumando su pipa.
¿Cómo es la gente de este pueblo?-se anima a preguntarle.
¿Cómo era la gente del pueblo del que vienes?-pregunta el anciano.
Esa gente era muy desagradable: ladrones, aprovechadores, malhumorados y tristes. Cada día trataban de aprovecharse y sacar ventaja de su vecino. El chisme y el resentimiento eran moneda corriente allí. Por eso pregunto antes de entrar. ¿Cómo es aquí la gente?
Me temo-dijo el anciano- que no vas a encontrar mucha diferencia. Aquí la gente es igual a como era en el lugar de donde vienes. Lo siento.
Entonces creo que seguiré hasta el próximo pueblo-dijo el joven antes de continuar su camino-.Adiós.
Adiós-dijo el viejo mientras seguía fumando su pipa.
Pasaron unas horas y otro joven, muy parecido en su aspecto y actitud al anterior, se acercó al portal.
¿Cómo es la gente de este pueblo?-le pregunta también.
¿Cómo era la gente del pueblo del que vienes?-pregunta el anciano nuevamente.
Oh, mi gente era muy agradable. El lugar donde nací está poblado de gente maravillosa. Todos se ayudaban unos a otros. El amor y la compasión eran moneda corriente allí y uno siempre se encontraba en la calle o en el bar con alguien a quien contarle un problema o con quien compartir una alegría. Me dolió tener que irme. ¿Cómo es la gente de aquí?
¿Aquí?-dijo el anciano- Aquí no vas a encontrar mucha diferencia. En este pueblo la gente es igual a como era en el lugar de donde vienes. Bienvenido.
Y el joven entró en el pueblo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario