Un sacerdote jesuita jugaba a veces en sus charlas:
—¿Quieres ser feliz?-decía-. Yo puedo darte la felicidad en este preciso momento, puedo asegurarte la felicidad para siempre. ¿Quién acepta?
Y varios de los presentes levantaban la mano...
—Muy bien-seguía el sacerdote-. Te cambio tu felicidad por todo lo que tienes, dame TODO lo que tienes y yo te doy a cambio la felicidad.
La gente lo miraba. Creían que él hablaba simbólicamente, y reía...
—Y te lo garantizo-confirmaba-. No es broma.
Las manos empezaban a descender...y él decía, riéndose como Buda:
—Ahh...no quieren...Ninguno quiere.
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