lunes, 5 de mayo de 2014

Dos de cinco y cinco de uno

   En los tiempos en que una copa de helado costaba mucho menos que ahora, un niño de diez años entró en el café de un hotel y se sentó a una mesa. Una camarera le puso delante un vaso de agua.
¿Cuánto cuesta una copa de helado?-preguntó el niño-.
Cincuenta centavos-contestó la camarera.
El niño sacó la mano del bolsillo y estudió varias monedas que tenía allí.
¿Cuánto cuesta una simple bola de helado?-preguntó.
Ahora había unas personas esperando en una mesa y la camarera estaba un poco impaciente.
Treinta y cinco centavos-dijo con brusquedad.
El niño contó las monedas de nuevo.
Póngame una bola-dijo.
La camarera le trajo el helado, dejó la nota en la mesa y se alejó.
El niño terminó el helado, pagó a la cajera y salió. Cuando la camarera fue a limpiar la mesa, vio algo que le hizo tragar saliva. Allí, muy ordenados al lado del plato vacío, había dos monedas de cinco y cinco de uno: su propina.

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