lunes, 5 de mayo de 2014

La tienda de la verdad

   El hombre, sorprendido, pensó que era un nombre fantasía, pero no pudo imaginar qué vendían. Entonces entró y, acercándose a la señorita que estaba en el primer mostrador, preguntó:
Perdón, ¿ésta es la tienda de la verdad?
Sí, señor, ¿qué tipo de verdad anda buscando: verdad parcial, verdad relativa, verdad estática, verdad completa?
Pues sí, allí vendían verdad. Nunca él se había imaginado que esto fuera posible: llegar a un lugar y llevarse la verdad. Era maravilloso.
Verdad completa-contestó sin dudarlo.
"Estoy tan cansado de mentiras y de falsificaciones", pensó, "no quiero más generalizaciones ni justificaciones, engaños ni defraudaciones".
¡Verdad plena!-rectificó.
Perdón, ¿el señor ya sabe el precio?
No, ¿cuál es?-contestó rutinariamente, aunque en realidad él sabía que estaba dispuesto a pagar lo que fuera por toda la verdad.
Mire que si usted se lleva-dijo la vendedora-, posiblemente durante largo tiempo no pueda dormir del todo tranquilo.
Un frío corrió por la espalda del hombre, que pensó durante unos minutos. Nunca se había imaginado que el precio fuera tan alto.
Gracias y disculpe...-balbuceó finalmente, antes de salir del negocio mirando el piso.
Se sintió un poco triste al darse cuenta de que todavía no estaba preparado para la verdad absoluta, de que todavía necesitaba algunas mentiras donde encontrar descanso, algunos mitos e idealizaciones en los cuales refugiarse, algunas justificaciones para no tener que enfrentarse consigo mismo.
"Quizá más adelante....", pensó.

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