viernes, 16 de mayo de 2014

Espíritu compasivo

   Cerca de París había una comunidad espiritual que había sido fundada por Gurdieff. Este hombre había aprendido en diversos monasterios en los desiertos una serie de danzas y ritmos que, junto con otro tipo de enseñanzas, ayudaban a las personas a desarrollar su espiritualidad. En aquella comunidad, vivía un hombre mayor al que la gente no soportaba. Catalogado como huraño y desagradable, aquel hombre, a pesar de vivir entre ellos, no era aceptado como uno más. Un día, aquel hombre decidió que aquél no era su sitio y se marchó de allí. Al enterarse Gurdieff de lo ocurrido, salió a buscarle hasta que, finalmente lo encontró e intentó convencerle para que volviera, a lo que el hombre se negó. Finalmente Gurdieff logró que volviera después  de prometerle que le pagaría si volvía a vivir en la comunidad. Cuando la gente de ese lugar se enteró de que no sólo tenían que pagar a Gurdieff por vivir en la comunidad, sino que además ahora tenían también que pagar para que aquel ser tan incómodo viviera allí, se revelaron contra aquella situación. Al enterarse de aquella reacción de sus discípulos, Gurdieff les citó a todos en una sala y les dijo:
No habéis entendido nada. Tener un hombre así en esta comunidad es el mejor regalo que se os podía haber hecho, porque la mejor manera de que aprendáis a desarrollar un espíritu compasivo, algo que ahora ninguno de los que estáis aquí habéis demostrado tener. Sin este espíritu, mis instrucciones de nada os servirían y, por eso, vosotros me tenéis que pagar a mí y yo pagarle a él.


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