miércoles, 7 de mayo de 2014

El gran valor del desastre


   El laboratorio de Thomas Edison fue prácticamente destruido por el fuego en diciembre de 1914. Aunque los daños superaron los dos millones de dólares, los edificios sólo estaban asegurados por doscientos treinta y ocho mil porque eran de hormigón y se los creía incombustibles. Esa noche de diciembre, las espectaculares llamas consumieron gran parte de lo que Edison había estado haciendo durante toda una vida.
En el peor momento del incendio, charles, el hijo de Edison de veintecuatro años, se puso a buscar frenéticamente a su padre entre el humo y los escombros. Por fin lo encontró observando tranquilamente la escena, con la cara encendida por el reflejo, el pelo blanco volando al viento.
Me dolía el corazón de verlo-dijo Charles-. Tenía sesenta y siete años, ya no era joven, y todo lo que tenía se estaba consumiendo entre llamas. Al verme gritó:<<Charles, ¿dónde está tu madre?>>. Contesté que no lo sabía. <<Búscala. Tráela aquí. Mientras viva, nunca verá nada como esto>>, dijo.
A la mañana siguiente, Edison mi´ro las ruinas y afirmó:
El desastre tiene un gran valor. En él se queman todos nuestros errores. Gracias a Dios que podemos empezar de nuevo.
Tres semanas después del incendio, Edison logró presentar el primer fonógrafo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario