miércoles, 7 de mayo de 2014

El árbol sagrado

   Sing, el carpintero, se dirigía con su aprendiz hacia el reino de Chi a hacerse cargo de un trabajo cuando, al pasar por la ciudad de Chuan, descubrió un roble que servía de lugar de reunión a la población. El árbol se erigía sobre un montículo y sus ramas más bajas eran tan grandes que se hubiera podido construir con ellas varias embarcaciones; tenía unos veinte metros de altura y más de veinte metros de diámetro; su copa era tan grande como para dar sombra a un centenar de animales.
La muchedumbre se congregaba alrededor del árbol como lo hace en la plaza del mercado. Sin embargo, nuestro carpintero ni siquiera lo miró cuando pasó a su lado.
Su aprendiz, que no cesaba de mirarlo, se dirigió a Sing diciéndole:
Maestro, desde que soy tu alumno jamás había visto un árbol tan hermoso como éste. Pero tú has pasado a su lado sin echarle un vistazo.
Ese árbol es inútil-replicó Sing-. Si hiciera una barca se hundiría; si construyera ataúdes se pudrirían; si lo aprovechara para hacer herramientas se romperían; si hiciera una puerta se rezumaría. Por eso ha vivido tanto.
Cuando el carpintero Sing retornó a su casa, y se acostó en su lecho, el roble sagrado se le apareció en sueños y le dijo: <<¿Con qué me comparas? ¿Me comparas acaso con los árboles útiles como los cerezos, los perales, los naranjos y los demás árboles frutales? A ello se les maltrata cuando la fruta está madura, se les quiebran las ramas grandes y las pequeñas quedan maltrechas. Su misma utilidad es la que les amarga la vida. Por eso llaman la atención de la gente vulgar y son talados antes de llegar a la vejez. Así sucede con todo. Hace mucho tiempo que intento ser inútil y, aun así, no siempre lo consigo. En ocasiones casi han conseguido destruirme. Al final, sin embargo, he llegado a ser completamente inútil, lo cual me resulta muy provechoso. Me halaga y satisface el lugar que ocupo en este pueblo. Me da placer que todos se reunían a mi alrededor y veneren mi manera de perdurar. ¿Crees que si hubiera servido para algo me habrían permitido llegar hasta aquí? Además, tanto tú como yo somos cosas y...¿cómo una cosa puede juzgar a otra? ?Qué puede saber una cosa mortal como tú sobre un árbol inútil como yo?>>
Sing, el carpintero, despertó y trató de comprender su sueño.
Quizás el árbol tenía razón y él debía aprender a cejar en su intento de ser tan eficaz. Sólo una pregunta no le permitía terminar de creer en las palabras del árbol:
Si quiere ser inútil, ¿cómo se ufana tanto de servir como lugar sagrado a la población?


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