Un zorro quería entrar en un gallinero, pero se esforzó largo tiempo en vano. Finalmente, viendo que no podía forzar la casita, se marchó. Cuando llegó a casa de su hermano, éste le preguntó:
—Hermano ¿has encontrado una buena cena?
—como la pobre gallina gritaba mucho-dijo-, mi corazón se llenó de compasión y me marché.
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