jueves, 15 de mayo de 2014

El recluso

   Un recluso iba a ser trasladado de una presión a otra y para ello debía atravesar toda la ciudad. Le colocaron sobre la cabeza un cuenco lleno de aceite hasta el borde y le dijeron:
un verdugo, con una afilada espada, caminará detrás de ti. En el mismo momento en que derrames una sola gota de aceite, te rebanará la cabeza.
Comenzó a caminar con mucho cuidado, en tanto el verdugo iba detrás de él. Había llegado a pleno centro de la ciudad, cuando, de súbito, también llegaron al mismo tiempo unas hermosas bailarinas. La pregunta es ¿ logró el recluso no ladear la cabeza para mirar a las bailarinas y así mantenerla a salvo, o, por el contrario, negligentemente, miró a las bailarinas y la perdió ?

No hay comentarios:

Publicar un comentario