lunes, 29 de diciembre de 2014

El defecto

   Erase una vez un científico que descubrió el arte de reproducirse a sí mismo tan perfectamente que resultaba imposible distinguir el original de la reproducción.
   Un día se enteró de que andaba buscándole el Ángel de la Muerte. El hombre, para evitar que pudiese encontrarle, hizo doce copias de sí mismo.
   El ángel no sabía cómo averiguar cuál de los trece ejemplares que tenía ante sí era el científico, de modo que los dejó a todos en paz y regresó al cielo.
   Pero no por mucho tiempo, porque, como era un experto en la naturaleza humana, se le ocurrió una ingeniosa estratagema.
   Regresó de nuevo a ver al científico y le dijo:
Debe de ser usted un genio, señor, para haber logrado tan perfectas reproducciones de sí mismo, sin embargo, he descubierto que su obra tiene un defecto, un único y minúsculo defecto.
   El científico pegó un brinco y gritó:
¡Imposible! ¿Dónde está el defecto?
Justamente aquí -respondió el ángel mientras tomaba al científico de entre sus reproducciones y se lo llevaba consigo-. Todo lo que hace falta para descubrir al `ego´ es una palabra de adulación o de crítica.

viernes, 26 de diciembre de 2014

La distancia

   Un día Meher Baba preguntó a sus discípulos lo siguiente:
¿Por qué la gente se grita cuando está enojada?
Los hombres pensaron un momento.
Porque perdemos la calma -dijo uno-, por eso gritamos.
Pero, ¿por qué gritar cuando la otra persona está a tu lado? -preguntó Baba-. ¿No es posible hablarle en voz baja? ¿Por qué gritas a una persona cuando estás enojado?
   Los hombres dieron algunas otras respuestas pero ninguna de ellas satisfizo a Baba.
   Finalmente él explicó:
Cuando dos personas están enojadas, sus corazones se alejan mucho. Para cubrir esa distancia deben gritar, para poder escucharse. Mientras más enojados estén, más fuerte tendrán que gritar para escucharse uno a otro a través de esa gran distancia.
   Luego Baba preguntó:
¿Qué sucede cuando dos personas se enamoran? Ellos no se gritan sino que se hablan suavemente. ¿Por qué? Pues porque sus corazones están muy cerca. La distancia entre ellos es muy pequeña. cuando se enamoran más aún, ¿qué sucede? No hablan, sólo susurran y se encuentran aún más cerca en su amor. Finalmente, no necesitan siquiera susurrar, sólo se miran y eso es todo. Así es cuan cerca están dos personas cuando se aman.
   Luego Baba dijo:
Cuando discutan no dejen que sus corazones se alejen, no digan palabras que los distancien más, pues llegará un día en que la distancia sea tanta que no podrán encontrar el camino de regreso.

El reflejo de la vida

   Había una vez un anciano que pasaba los días sentado junto a un pozo a la entrada de un pueblo. Un día pasó un joven, se acercó y le preguntó lo siguiente:
Nunca he venido por estos lugares, ¿cómo es la gente de esta ciudad?
   El anciano le respondió con otra pregunta:
¿Cómo eran los habitantes de la ciudad de donde vienes?
Egoístas y malvados, por eso estoy contento de haber salido de allá- respondió el joven.
Así son los habitantes de esta ciudad -le respondió el anciano.
   Un poco después, pasó otro joven, se acercó al anciano y le hizo la misma pregunta:
He viajado desde muy lejos hasta este lugar, ¿cómo son los habitantes de esta ciudad?
   El anciano le respondió de nuevo con la misma pregunta:
¿Cómo son los habitantes de la ciudad de donde vienes?
Eran buenos y generosos , hospitalarios, honestos y trabajadores. Tenía tantos amigos que me ha costado mucho separarme de ellos.
También los habitantes de esta ciudad son así -respondió el anciano.
   Un hombre que había llevado a sus animales a beber agua al pozo y que había escuchado las dos conversaciones, en cuanto el joven se alejó, le dijo el anciano:
¿Cómo puede dar dos respuestas completamente diferentes a la misma pregunta realizadas por dos personas?
Mira -respondió el anciano-, cada persona lleva el universo en su corazón. Quien no ha encontrado nada bueno en su pasado, tampoco lo encontrará aquí. En cambio, aquel que tenía amigos en su ciudad, también aquí encontrará amigos fieles y leales. Porque las personas son lo que encuentran en sí mismas, encuentran siempre lo que esperan encontrar.

Cómo lo dices

   Una sabia y conocida anécdota árabe dice que en una ocasión un sultán soñó que había perdido todos los dientes. Después de despertar, mandó a llamar a un adivino para que interpretase su sueño.
¡Qué desgracia, mi señor! -exclamó el adivino-, cada diente caído representa la pérdida de un pariente de Vuestra Majestad.
¡Qué insolencia! -gritó el sultán enfurecido-, ¿cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí!
llamó a su guardia y ordenó que le dieran cien latigazos. Más tarde ordenó que le trajesen a otro adivino y le contó lo que había soñado. Éste, después de escuchar al sultán con atención, le dijo:
¡Señor! Gran felicidad os ha sido reservada. El sueño significa que sobreviviréis a todos vuestros parientes.
Se iluminó el semblante del sultán con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro. Cuando éste salia del palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado:
¡No es posible! La interpretación que habéis hecho de los sueños es la misma que el primer adivino. No entiendo porque al primero le pagó con cien latigazos y a ti con cien monedas de oro.
Recuerda bien, amigo mío -respondió-, que todo depende de la forma en el decir, uno de los grandes desafíos de la humanidad es aprender el arte de comunicarse. De la comunicación depende, muchas veces, la felicidad o la desgracia, la paz o la guerra. Que la verdad debe ser dicha en cualquier situación, de esto no cabe duda, mas la forma con que debe de ser comunicada es lo que provoca en algunos casos, grandes problemas. La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero si la envolvemos en un delicado embalaje y la ofrecemos con ternura, ciertamente será aceptada con agrado.

Los dos loros

   Un hombre, al pasar por delante de una tienda, vio que vendían dos loros, encerrados en la misma jaula. Uno era muy bonito y cantaba maravillosamente, mientras que el otro estaba en un estado lastimoso y permanecía mudo. El primero valía cincuenta monedas y el segundo tres mil.
   El hombre, asombrado por la diferencia de precio, le dijo al comerciante:
Dame el loro de cincuenta monedas!
Imposible, no puedo vender los dos pájaros por separado -dijo el vendedor.
¿Pero, por qué?
Se morirían de pena se los separase.
Bien -dijo el comprador-, pero ¿cómo explica usted una diferencia de precio semejante? Pues el más feo cuesta infinitamente más que el más bonito y, además, no canta.
¡No se equivoque usted, señor, el loro que encuentra usted feo es el compositor.

El ermitaño y el rey

   Un viejo ermitaño fue invitado cierta vez a visitar la corte del rey más poderosa de aquella época.
Envidio a un hombre santo como tú, que se contenta con tan poco -comentó el soberano.
Yo envidio a Vuestra Majestad, que se contenta con menos que yo -respondió el ermitaño.
¿Cómo puedes decirme esto, cuando todo el país me pertenece? -dijo el rey, ofendido.
Justamente por eso. Yo tengo la música de las esferas celestes, tengo los ríos y las montañas del mundo entero, tengo la luna y el sol, porque tengo a Dios en mi alma. Vuestra Majestad, sin embargo, sólo posee este reino.

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Lo que es, ES. Lo que no es, NO ES

¿Unas últimas palabras de sabiduría que pueda trasmitirnos?-preguntó el discípulo
El místico se quedó pensando unos instantes.
Podrán superar cualquier dificultad recordando dos frases.
¿Cuáles?
La primera: Lo que es, ES. La segunda: Lo que no es, NO ES
El místico prosiguió:
Son muchos los que malgastan su tiempo concentrándose en lo que no es, habitan en cosas que no son reales. Si algo es real, si ES, ya se trate de un sentimiento como la ira o un hecho como un descenso en las ventas, es una pérdida de tiempo desear que no lo sea. Lo que podemos hacer si algo es REAL es ACEPTARLO tal como ES, y después decidir si queremos emplear la energía necesaria en intentar modificarlo, una vez decidido, hay que poner toda la energía en las acciones que emprender. Esto es básicamente todo lo que hace falta para tener éxito en los negocios y en la vida.

Los niños

   En una tarde nublada y fría, dos niños patinaban sin preocupación en una laguna congelada. De repente el hielo se rompió, y uno de ellos cayó al agua. El otro agarró una piedra y comenzó a golpear el hielo con todas sus fuerzas, hasta que logró quebrarlo y así salvar a su amigo. Cuando llegaron los bomberos y vieron lo que había sucedido, se preguntaron: "¿Cómo lo ha hecho? El hielo está muy grueso, es imposible que haya podido quebrarlo con esa piedra  y sus manos tan pequeñas..."
En ese instante apareció un hombre mayor y, con una sonrisa dijo:
Yo sé cómo lo hizo.
¿Cómo?-preguntaron los bomberos.
No había nadie a su alrededor para decirle que no podía hacerlo.

martes, 23 de diciembre de 2014

Por un mundo perecedero no te expongas a perder el duradero

   Un país tenía la costumbre de elegir cada año un señor, un gobernante. En aquel año hacían todas las cosas que el gobernante mandaba. Al terminar su mandato le quitaban cuanto tenía y le dejaban solo y desnudo en una isla desierta.
   Sucedió que una vez eligieron por señor a un hombre más inteligente y precavido que los anteriores. Como sabía que al acabar el año habían de hacer con él lo que con otros, con mucha antelación mandó hacer, en secreto, en la isla a que le tenían que llevar una casa muy cómoda y espaciosa, en la que puso todo lo necesario para vivir bien. Construida además en sitio tan oculto que no pudieran saberlo ninguno de los que le habían elegido gobernante. Advirtió también a ciertos amigos, cuya gratitud se supo ganar, que si por casualidad necesitara algo que no hubiera mandado poner en la casa, se lo enviaran, de modo que nada le faltara allí. Al terminar el año, le quitaron el mando los ciudadanos de ese país y lo dejaron desnudo en la isla en la que él había construido una casa y vivió como dios manda.

Las tres rejas

   El joven discípulo de un filósofo sabio llegó a casa de este y le dijo:
Maestro, un amigo suyo estuvo hablando mal de usted.
¡Espera!-lo interrumpió el filósofo-. ¿Ya hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme?
¿Las tres rejas?
Sí, la primera es la reja de la verdad. ¿estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?
No, lo oí comentar a unos vecinos.
Entonces al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. Esto que deseas decirme, ¿es bueno para alguien?
No, en realidad no, al contrario...
¡Vaya! La última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?
A decir verdad, no.
Entonces-dijo  el sabio sonriendo-, si no es verdadero,ni bueno, ni necesario, sepultémoslo en el olvido

lunes, 22 de diciembre de 2014

El cuerdo y el loco

   Un hombre honrado era dueño de un baño. El loco veía a las gentes que se estaban bañando y les daba tantos golpes con los cubos,con piedras y palos o con lo que hallaba a mano que ya nadie se atrevía a ir allí. Con lo que el hombre honrado perdió su ganancia. Cuando éste vio lo que sucedía, madrugó un día y se metió en el baño antes que viniera el loco. Se desnudó y cogió un cubo de agua muy caliente y un mazo muy grande de madera. Al llegar el loco al baño para pegar a los que bañaban, como solía hacer, el hombre honrado, que le esperaba desnudo, se dirigió a él con mucha furia, le echó el cubo de agua caliente por la cabeza y le dio tantos golpes con el mazo en ella y en el resto del cuerpo que el loco se tuvo por muerto y creyó que el otro también había perdido la razón. Salió gritando mucho y topó con un hombre que le preguntó por qué venía dando tantas voces y quejándose tanto. El loco le dijo:
amigo, ten cuidado, que hay otro loco dentro del baño.

El Mal y el Bien

   El Bien y el Mal resolvieron vivir juntos. E Mal, que es muy inquieto y siempre anda con nuevos proyectos, le dijo al Bien que debían procurarse algún ganado para mantenerse. Agradó ello al bien y convinieron en criar ovejas. Cuando parieron éstas le dijo el Mal que era mejor que cada uno eligiera la parte del esquilmo que quería para sí. El Bien, como es tan mirado, no quiso elegir, sino que dijo al Mal que escogiera primero. El Mal, como es malo y aprovechado, no se hizo de rogar, y le propuso al Bien que se quedara con los corderitos, que él tomaría la leche y lana de las ovejas. El Bien dijo que le parecía bien este reparto.
   Después de esto el Mal le propuso al Bien que criaran cerdos. El Bien asintió. Cuando las puercas parieron, le dijo el Mal que pues la otra vez se había quedado con los corderitos y él con la leche y lana de las ovejas, lo justo sería que el Bien se quedara ahora con la leche y lana de las puercas y que él tomara los lechoncitos. Así lo hicieron.
   Después dijo el Mal que debían cultivar algunas hortalizas, y sembraron nabos. Cuando nacieron, dijo el Mal al Bien que él no sabía lo que había debajo de tierra, y que no se veía, pero para que no hubiera engaño, que cogiera el Bien las hojas de los nabos, que sí se veían, que él se conformaba con lo que hubiera bajo tierra. El Bien aceptó. Luego sembraron coles. Al nacer éstas le dijo el Mal que pues antes se había quedado con lo que se veía de los nabos, lo justo era que ahora se hiciera lo contrario con las coles y que cogiera lo que estaba bajo tierra. El Bien lo cogió.
   poco tiempo después dijo el Mal al Bien que deberían buscar una mujer para que los sirviera. Al Bien le pareció ésta una idea muy buena. Cuando la hallaron, propuso el Mal que de la cintura para arriba fuera del Bien y que él se quedara con la otra mitad. Como el Bien aceptó, la parte del Bien hacía lo necesario para los dos, mientras que la del Mal estaba casada con él y tenía que dormir con su marido.
   La muer quedó embarazada y dio a luz un niño. Al quererle su madre dar de mamar, el Bien lo prohibió, diciendo que la leche estaba en su parte y no daba permiso. Viniendo el Mal muy contento a ver a su hijo, halló que la madre estaba llorando. Preguntada la causa, le contestó que porque su hijo no podía mamar. Extrañado el Mal, le refirió la madre que el Bien no se lo permitía porque el pecho estaba en su parte. Cuando el Mal lo oyó, se fue al Bien y, riendo y como en broma, le pidió que dejara mamar a su hijo. El Bien respondió que la leche estaba en su parte y que no le dejaba. El Mal, muy afligido, comenzó a rogarle. Al ver el Bien su aflicción, le dijo:
Amigo, no penséis que yo no me daba cuenta de la diferencia entre aquellas partes que me adjudicabas y las que tomabas siempre para ti; yo jamás te pedí nada de lo tuyo, sino que como pude me arreglé con lo mío, sin tu ayuda. Si ahora Dios os ha traído a una situación en que necesitáis de lo mío, no te sorprendas de que no te lo dé, sino acuérdate de lo que me hecho y sufridlo a cambio de aquello.
   Cuando el Mal, oyendo esta verdad tan amarga, comprendió que su hijo tenía que morir, se afligió aún más y le pidió al Bien que por amor de Dios se compadeciera de aquella criatura, olvidando sus maldades, ya que prometía hacer en adelante lo que él quisiera. Al oír esto el Bien, le pareció que Dios le había favorecido mucho haciendo que el hijo del Mal sólo pudiera salvar su vida por bondad suya, y quiso que esto sirviera para corregirlo, por lo que le dijo que si quería que permitiera que la mujer diera el pecho a su hijo, tenía que salir por las calles con el niño en brazos, diciendo, de forma que lo oyeran todos: "Amigos, tenéis que saber que por medio del bien vence el Bien al Mal" Esto agradó mucho al Mal, que pensó que había comprado muy barato la vida del niño. El Bien, a su vez, pensó que sería muy bien correctivo. De este modo supo todo el mundo que el Bien vence al Mal por medio del bien

La Mentira y la Verdad

   La Mentira y la Verdad se juntaron una vez, y cuando habían pasado ya un tiempo juntas, la Mentira, que es muy inquieta, dijo a la Verdad que deberían plantar un árbol para poder gozar de sus frutos y sentarse a su sombra cuando hiciera calor. La Verdad, como la cosa era fácil y grata, aprobó el proyecto. Cuando el árbol estuvo plantado y empezó a brotar, la Mentira dijo a la Verdad que lo mejor sería repartirlo. A la Verdad le pareció muy bien. La Mentira, demostrando con diversos sofismas que como la raíz del árbol le conserva la vida es su parte mejor, aconsejó a la Verdad que eligiera las raíces, que están bajo tierra; ella correría el riesgo de quedarse con las ramas, que aún habían de salir, y que por estar encima de la tierra podían ser arrancadas o cortadas por los hombres, o roídas por los animales, o estropeadas por los pájaros, o quemadas por el sol, o heladas por el frío, peligros de los cuales quedaban libres las raíces del árbol. Al oír la Verdad todas estas razones, como es muy crédula y confiada y no tiene malicia, les dio entero crédito y se persuadió de que era cierto lo que le decía la Mentira y que le aconsejaba que se quedara con la mejor parte; por eso tomó para sí la raíz y se quedó satisfecha con ella. La Mentira se puso muy contenta al ver el engaño de que había hecho víctima a su compañera, diciéndole unas mentiras tan bien difundidas y con tanta apariencia de verdad. Convenido el reparto, la Verdad se metió donde están las raíces, que había elegido, y la Mentira se quedó sobre el haz de la tierra, junto con los hombres. El árbol empezó a crecer y a echar grandes ramas y hojas muy anchas, que daban mucha sombra y flores muy hermosas, de color vivo y grato a la vista. Cuando las gentes vieron aquel árbol tan hermoso fueron a gozar de su sombra y sus flores, de tan bello color; la mayoría de ellas se sentían atraídas hasta tal punto que ya no querían moverse de allí; aun los que estaban en otros sitios se decían unos a otros que si querían descanso y alegría se fueran a poner a la sombra del árbol de la Mentira. Esta, que es muy lisonjera y que sabe mucho, les hacía pasar muy buenos ratos a los que se juntaban allí y les enseñaba lo que sabía. A las gentes les gustaba mucho aprender aquel arte. De este modo se atrajo a la mayoría de las personas, pues a los unos enseñaba mentiras sencillas, a los más ingeniosos mentiras dobles y a los sabios mentiras triples.
   Debéis saber que mentira sencilla es cuando uno le dice a otro; "Don Fulano, yo haré tal cosa por ti", sin pensar hacerla. Mentira doble es cuando un hombre presta juramente, entrega rehenes, autoriza a otro a pactar por él, y mientras da tales seguridades piensa la manera de no cumplir lo que promete. La mentira triple, muy eficaz y de la que nos libramos muy difícilmente, es la del que miente con la verdad.
   Sabía la Mentira tanto de esto y sabía enseñarlo tan bien a los que se juntaban a la sombra del árbol que, habiéndolo aprendido, lograban los hombres la mayoría de las cosas que deseaban y no encontraban a nadie que lo ignorara a quien no sometiesen a su voluntad, en parte atrayéndolos con la hermosura del árbol y en parte por medio del arte que les había enseñado la Mentira. Con esto la Mentira era muy considerada por todas la gentes, que se disputaban sus favores; de tal manera que el que lograba menos privanza y sabía menos de su arte era menos estimado, e incluso él mismo se tenía en poco.
   Gozando la Mentira de tanta popularidad, la triste y desgraciada de la Verdad estaba bajo tierra, sin que nadie supiera de ella ni se preocupara de irla a buscar. Viendo que no le quedaba para mantenerse más que las raíces del árbol que había elegido por consejo de la Mentira, se puso a roerlas y a alimentarse de ellas. Aunque el árbol tenía fuertes ramas y anchas hojas, que daban mucha sombra y multitud de flores de hermoso color, antes de que pudiera dar fruto fueron sus raíces comidas por la Verdad. Cuando todas hubieron desaparecido, estando la Mentira a la sombra del árbol con las gentes que aprendían su arte, vino un viento y sopló con tal fuerza que, como el árbol no tenía raíces, cayó sobre la Mentira, a la que lesionó gravemente, mientras sus discípulos fueron muertos o malheridos. Entonces, por el hueco que ocupaba el tronco, salió la Verdad, que estaba escondida, y al llegar a la superficie vio que la Mentira y todos los que a ella se habían juntado estaban maltrechos y arrepentidos de haber aprendido y haber puesto en práctica lo que la Mentira les había enseñado.

domingo, 21 de diciembre de 2014

Espiritualidad y pan

   Tres viajeros cruzaban juntos las altas montañas del Himalaya discutiendo la importancia de colocar en la práctica todo aquello que fueran aprendiendo en el plano espiritual. Estaban tan entretenidos en la conversación que hasta que no se hizo de noche no se dieron cuenta de que sólo llevaban consigo un pedazo de pan.
   Decidieron no discutir sobre quién merecía comerlo; como eran hombres piadosos, dejarían la decisión en manos de Dios. Rezaron para que, durante la noche, un espíritu superior les indicase quien recibiría el alimento.
   A la mañana siguiente, los tres se levantaron al salir el sol.
He aquí mi sueño-dijo el primer viajero-. Mientras dormía, fui llevado hacia lugares donde nunca había estado antes. Experimenté una paz y armonía que he buscado en vano en esta vida terrenal. En medio de tal paraíso, un sabio de largas barbas me dijo:
Tú eres mi preferido, pues jamás buscaste el placer y siempre renunciaste a todo. Sin embargo, para probar mi alianza contigo, me gustaría que te comieras ese pedazo de pan.
Es bien extraño-dijo el segundo viajero-, porque en mi sueño, yo vi mi pasado de santidad y mi futuro de maestro. Mientras miraba el porvenir, encontré un hombre de gran sabiduría que me decía:
Tú necesitas comer más que tus dos amigos porque tendrás que liderar a mucha gente, y para ello necesitarás fuerza y energía.
   Entonces, el tercer viajero, que había estado callado, dijo:
En mi sueño yo no vi nada, no visité ningún lugar ni encontré a ningún sabio. Sin embargo, a determinada hora de la noche me desperté de repente. Y me comí el pan.
  Los otros dos se enfurecieron:
¿Y por qué no nos llamaste, antes de tomar una decisión tan personal?
¿cómo iba a hacerlo? ¡Estabais tan lejos, encontrando maestros y teniendo visiones sagradas!
   Ante la expresión atónita de sus dos compañeros, les explicó:
Ayer discutíamos sobre la importancia de poner en práctica aquello que aprendemos en el plano espiritual. En mi caso, Aláh actuó rápido y me hizo despertar con mucha hambre.

Respetar las costumbres

   Un hombre estaba poniendo flores en la tumba de un pariente, cuando ve a un Japonés poniendo un plato de arroz en la tumba vecina. El hombre se dirige al Japonés y le pregunta:
Perdone señor, pero ¿De verdad cree que el difunto comerá el arroz?
Si-respondió el Japonés-, cuando el suyo venga a oler sus "FLORES"

Amar y rezar

   Un hombre, después de mucho tiempo caminando, llegó al lugar donde vivía un gran sabio. Al recibirle, le pidió encarecidamente:
¡Muéstrame el camino hacia Aláh!
¿Te has enamorado alguna vez de alguien? -preguntó el sabio.
¿Enamorarme? ¿Qué es lo que el gran maestro quiere decir con eso? Me prometí a mí mismo jamás aproximarme a una mujer, huyo de ellas como quien intenta escapar de una enfermedad. Ni siquiera las miro. Cuando pasan, cierro los ojos.
Procura volver a tu pasado e intenta descubrir si alguna vez, en toda tu vida, hubo algún momento de pasión que dejase tu cuerpo y tu espíritu llenos de fuego.
Vine hasta aquí para aprender a rezar, y no a cómo enamorarme de una mujer. Quiero ser guiado hasta Aláh y usted insiste en querer llevarme hacia los placeres de este mundo. No entiendo lo que desea enseñarme.
   El sabio permaneció silencioso algunos minutos y finalmente dijo:
No puedo ayudarte. Si tú nunca tuviste alguna experiencia de amor, nunca conseguirás experimentar la paz de una oración. Por lo tanto, regresa a tu ciudad, enamórate, y vuelve a buscarme sólo cuando tu alma esté llena de momentos felices.