miércoles, 7 de mayo de 2014

Un acto de bondad

    Durante la guerra de Secesión., el presidente Abraham Lincoln solía visitar los hospitales para hablar con los soldados heridos. Una vez, los médicos le señalaron a un joven soldado moribundo y Lincoln se acercó a la cabecera de su cama.
¿Hay algo que pueda hacer por usted?-preguntó el presidente.
Era evidente que el soldado no reconocía a Lincoln.
Por favor, ¿le escribiría una carta a mi madre?-logró susurrar.
El presidente recibió pluma y papel y comenzó a escribir cuidadosamente lo que le dictaba el joven: <<Queridísima madre, fui gravemente herido mientras cumplía con mi deber. Tengo miedo de no poder recuperarme. Por favor, no llores mucho por mí. Besa a Mary y a John de mi parte. Dios os bendiga a ti a papá>>.
El soldado leyó la nota y se asombró al ver quién la había escrito.
¿De veras es usted el presidente?-preguntó.
Sí-contestó éste, y le preguntó si podía hacer algo más.
Por favor, ¿me cogería la mano?-preguntó el soldado-. Eso me ayudaría a llegar al final.
En la habitación silenciosa, el presidente alto y delgado le cogió la mano y dijo palabras de aliento hasta que llegó la muerte.


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