sábado, 17 de mayo de 2014

La imperturbabilidad del Buda


   Durante muchos años el Buda se dedicó a recorrer ciudades impartiendo enseñanza. Pero en todas partes hay gente aviesa y desaprensiva. Así, a veces surgían personas que se encaraban con el maestro y le insultaban acremente. El Buda jamás perdía la sonrisa y mantenía una calma imperturbable. Hasta tal punto conservaba la quietud y la expresión del rostro apacible, que un día los discípulos, extrañados, le preguntaron: ¿cómo puedes mantenerte tan sereno ante los insultos?.
Y el Buda repuso: ellos me insultan, ciertamente, pero yo no recojo los insultos.


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