Un día, la ganga dijo a la tortuga:
—Estoy mejor dotada que tú puesto que puedo, no sólo correr, sino también volar.
—¡Qué afortunada eres!-respondió la tortuga-;yo me dedico como puedo a mis negocios arrastrándome.
Pero sucedió que el hombre, para cazar, prendió fuego a las hierbas de la llanura; el fuego estrechó su círculo alrededor de los dos animales expuestos a un peligro seguro. La tortuga se escondió en el hoyo dejado por el pie de un elefante y escapó del peligro; pero la ganga, que había querido volar, cayó ahogada por el humo y murió.
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