jueves, 8 de mayo de 2014

El científico y el paisano

   En un tren se encuentran sentados, uno frente a otro, un afamado biólogo, premiado internacionalmente, y un casi analfabeto paisano del lugar. El primero, de impecable y formal traje gris oscuro; el otro, de gastadas y limpias bombachas de campo. Rodeado de libros, el científico. Con un pequeño atado de ropa, el lugareño.
¿Todos esos libros va a leer en este viaje?-pregunta el paisano.
No, pero jamás viajo sin ellos-contesta el biólogo.
¿y cuándo los va a leer?
Ya los leí...y más de una vez.
¿Y no se los acuerda?
Me acuerdo de éstos y de muchos más...
Qué barbaridad...¿y de qué tratan los libros?
De animales...
Qué suerte deben tener sus vecinos, tener un veterinario cerca....
No soy veterinario, soy biólogo.
Ahhhh....¿y para qué sirve todo lo que sabe si no cura los animales?
Para saber más y más...para saber más que nadie.
¿Y eso para qué le sirve?
Mira...déjame que te muestre y de paso, quizá, haga un poco más productivo este viaje. Supongamos que tú y yo hacemos una apuesta; supongamos que por cada pregunta que yo te hago sobre animales y tú no sepas contestar, me dieras tú, digamos, un euro; y supongamos que por cada pregunta que tú me hagas y sea yo el que no sabe contestar, te diera cien euros...A pesar de lo desigual de la retribución económica, mi saber inclinaría la balanza a mi favor y al final del viaje yo habría ganado un poco de dinero.
El paisano piensa... y piensa...y hace cuentas mentalmente ayudándose con los dedos.
Finalmente dice:
¿Está seguro?
Convencido-contesta el biólogo.
El hombre de bombachas mete la mano en su bolsillo y se fija si tiene una moneda de un euro.
¿Yo primero?-dice el paisano.
Adelante-contesta, confiado, el biólogo.
¿Sobre animales?
Sobre animales..
A ver ¿cual es el animal que tiene plumas, no pone huevos, al nacer tiene dos cabezas, se alimenta exclusivamente de hojas verdes y  muere cuando le cortan la cola?
¿Cómo?-pregunta el científico.
Digo que cuál es el nombre del bicho que tiene plumas, no pone huevos, nace con dos cabezas, come hojas verdes y muere si le cortan la cola.
El científico se sorprende y hace un gesto de espera. En silencio, enseguida se pone a buscar en su memoria la respuesta correcta. Pasan los minutos. Entonces se anima a preguntar:
¿Puedo usar mis libros?
¡Claro!-contesta el paisano.
El hombre de ciencia empieza a abrir varios volúmenes sobre el asiento, busca en los índices, mira las ilustraciones, saca un papel y toma algunos apuntes. Luego baja del portaequipajes una maleta enorme y de ella tres gruesos y pesados libros que también son consultados.
Pasan un par de horas y el biólogo sigue revisando páginas y mirando y musitando mientras apunta extrañas gráficas en su libreta.
El altavoz anuncia finalmente que el tren está entrando en la estación de destino. El biólogo acelera su búsqueda, transpirando y respirando un poco agitado; pero no tiene éxito. Cuando el convoy aminora la marcha, el científico mete la mano en el bolsillo y saca un flamante billete de cien euros y se lo entrega al paisano..sírvase.
El paisano se pone de pie y, agarrando el billete, lo mira contento y lo guarda en su bolsillo.
Muchas gracias-le dice. y tomando su atado, se dispone a partir.
Espere, espere-lo detiene el biólogo-. ¿Cuál es ese animal?
Ahh..yo tampoco sé...-dice el paisano-, y metiéndose la mano en el bolsillo saca la moneda de un peso y se la da al científico diciendo:
Aquí tiene, un euro. Ha sido un placer conocerlo, señor.

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