lunes, 22 de diciembre de 2014

El Mal y el Bien

   El Bien y el Mal resolvieron vivir juntos. E Mal, que es muy inquieto y siempre anda con nuevos proyectos, le dijo al Bien que debían procurarse algún ganado para mantenerse. Agradó ello al bien y convinieron en criar ovejas. Cuando parieron éstas le dijo el Mal que era mejor que cada uno eligiera la parte del esquilmo que quería para sí. El Bien, como es tan mirado, no quiso elegir, sino que dijo al Mal que escogiera primero. El Mal, como es malo y aprovechado, no se hizo de rogar, y le propuso al Bien que se quedara con los corderitos, que él tomaría la leche y lana de las ovejas. El Bien dijo que le parecía bien este reparto.
   Después de esto el Mal le propuso al Bien que criaran cerdos. El Bien asintió. Cuando las puercas parieron, le dijo el Mal que pues la otra vez se había quedado con los corderitos y él con la leche y lana de las ovejas, lo justo sería que el Bien se quedara ahora con la leche y lana de las puercas y que él tomara los lechoncitos. Así lo hicieron.
   Después dijo el Mal que debían cultivar algunas hortalizas, y sembraron nabos. Cuando nacieron, dijo el Mal al Bien que él no sabía lo que había debajo de tierra, y que no se veía, pero para que no hubiera engaño, que cogiera el Bien las hojas de los nabos, que sí se veían, que él se conformaba con lo que hubiera bajo tierra. El Bien aceptó. Luego sembraron coles. Al nacer éstas le dijo el Mal que pues antes se había quedado con lo que se veía de los nabos, lo justo era que ahora se hiciera lo contrario con las coles y que cogiera lo que estaba bajo tierra. El Bien lo cogió.
   poco tiempo después dijo el Mal al Bien que deberían buscar una mujer para que los sirviera. Al Bien le pareció ésta una idea muy buena. Cuando la hallaron, propuso el Mal que de la cintura para arriba fuera del Bien y que él se quedara con la otra mitad. Como el Bien aceptó, la parte del Bien hacía lo necesario para los dos, mientras que la del Mal estaba casada con él y tenía que dormir con su marido.
   La muer quedó embarazada y dio a luz un niño. Al quererle su madre dar de mamar, el Bien lo prohibió, diciendo que la leche estaba en su parte y no daba permiso. Viniendo el Mal muy contento a ver a su hijo, halló que la madre estaba llorando. Preguntada la causa, le contestó que porque su hijo no podía mamar. Extrañado el Mal, le refirió la madre que el Bien no se lo permitía porque el pecho estaba en su parte. Cuando el Mal lo oyó, se fue al Bien y, riendo y como en broma, le pidió que dejara mamar a su hijo. El Bien respondió que la leche estaba en su parte y que no le dejaba. El Mal, muy afligido, comenzó a rogarle. Al ver el Bien su aflicción, le dijo:
Amigo, no penséis que yo no me daba cuenta de la diferencia entre aquellas partes que me adjudicabas y las que tomabas siempre para ti; yo jamás te pedí nada de lo tuyo, sino que como pude me arreglé con lo mío, sin tu ayuda. Si ahora Dios os ha traído a una situación en que necesitáis de lo mío, no te sorprendas de que no te lo dé, sino acuérdate de lo que me hecho y sufridlo a cambio de aquello.
   Cuando el Mal, oyendo esta verdad tan amarga, comprendió que su hijo tenía que morir, se afligió aún más y le pidió al Bien que por amor de Dios se compadeciera de aquella criatura, olvidando sus maldades, ya que prometía hacer en adelante lo que él quisiera. Al oír esto el Bien, le pareció que Dios le había favorecido mucho haciendo que el hijo del Mal sólo pudiera salvar su vida por bondad suya, y quiso que esto sirviera para corregirlo, por lo que le dijo que si quería que permitiera que la mujer diera el pecho a su hijo, tenía que salir por las calles con el niño en brazos, diciendo, de forma que lo oyeran todos: "Amigos, tenéis que saber que por medio del bien vence el Bien al Mal" Esto agradó mucho al Mal, que pensó que había comprado muy barato la vida del niño. El Bien, a su vez, pensó que sería muy bien correctivo. De este modo supo todo el mundo que el Bien vence al Mal por medio del bien

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