viernes, 26 de diciembre de 2014

El ermitaño y el rey

   Un viejo ermitaño fue invitado cierta vez a visitar la corte del rey más poderosa de aquella época.
Envidio a un hombre santo como tú, que se contenta con tan poco -comentó el soberano.
Yo envidio a Vuestra Majestad, que se contenta con menos que yo -respondió el ermitaño.
¿Cómo puedes decirme esto, cuando todo el país me pertenece? -dijo el rey, ofendido.
Justamente por eso. Yo tengo la música de las esferas celestes, tengo los ríos y las montañas del mundo entero, tengo la luna y el sol, porque tengo a Dios en mi alma. Vuestra Majestad, sin embargo, sólo posee este reino.

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